Salva nos recuerda a todos la obligada necesidad de los docentes de adaptarse a la realidad que tenemos en el aula y de improvisar cuando toque.
Hay grupos difíciles, hay alumnos difíciles y no debemos contentarnos con la ensoñación que podamos tener en nuestras cabecitas del alumno o grupo ideal, pues se trata de eso, una ensoñación.
Atrás quedaron, o deberían quedar, las programaciones cinceladas sobre mármol, tal y como las nombra Toni Solano en su libro ‘Aula o jaula’, de recomendada lectura.
Se hace necesario una bajada a la Tierra, al mundo real y mirar de cara a esos alumnos que tenemos delante. Programar, planificar, adaptación e improvisación. Gracias Salva.