Dada la velocidad y el ritmo de nuestro día a día, es muy fácil acabar teniendo visión túnel y solo caminar hacia nuestros objetivos laborales o familiares.
La burocracia es molesta, los horarios durante la jornada lectiva están muy apretados, y nuestras obligaciones familiares suelen superar con creces lo anterior. Pero las necesidades de aprendizaje de nuestro alumnado siguen ahí y no podemos contentarnos con completar la docencia del currículo.
Este post es una llamada a la empatía del profesor (Oh, excomunión!). Una palabreja de esas que apenas puedes nombrar y que tiene mucho que ver con las emociones (Oh! excomunión).
No olvidemos el sentido de la Escuela Pública. No olvidemos que el funcionario es un servidor público. Y es que además, son niños. Son niños!
