¿Qué sería de nosotros sin la ilusión? #Postvaríos😵‍💫

Este contenido ha sido pensado para escuchar en el pódcast ‘El hilo de Sebas’, grabado en el año 2020 en plena pandemia por el Covid-19. Ahora, he decidido transcribirlo y sacarlo a relucir ¿Nostalgia? No obstante, si deseas leerlo en lugar de escucharlo, tienes el contenido completo en este artículo. A continuación, el pódcast. Dale al Play.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Bienvenido al Hilo de Sebas. Mi nombre es Sebastián E., soy informático y vivo en una furgoneta, lejos de casa. Prepárate un café o un té, y acompáñame,

Bienvenido, bienvenida a mi pequeño rincón. Bienvenido, bienvenida a mi humilde pódcast. Un pódcast que acaba de empezar y que tiene un futuro absolutamente incierto. Bienvenidos a esta pequeña aventura que comienza hoy. A esta andadura por un camino sin destino conocido, pero con un rumbo que por lo menos a mí, se me hace emocionante, y realmente ilusionante.

Ahora mismo, ya con la noche caída. Son las 9:30 de la noche, estoy en mi furgoneta, ya aparcado en mi destino. Aparcado en una plaza de parking de un área de autocaravanas. Aquí voy a pernoctar, a pasar la noche. Una noche que se presenta tranquila, muy tranquila. Estamos en medio de la crisis del Covid-19. Posiblemente, vosotros debéis estar, igual que yo, hasta la coronilla del mismísimo coronavirus, y es que yo estoy pasando el confinamiento en mi casa, en mi furgoneta.

Yo vivo en una Fiat Ducato, en una furgoneta camperizada de la marca McLouis. Exactamente, una McLouis Menfys que está montada en una base de Fiat Ducato, que es el chasis que utilizan un porcentaje elevadísimo de autocaravanas y furgonetas campers que circulan por Europa.

Aquí estoy en mi pequeño vehículo de seis metros de largo, por dos metros de ancho, y casi tres metros de alto. Podéis imaginaros el volumen del espacio en el que estoy confinado, mientras dura la crisis sanitaria, la emergencia, el estado de alarma que está viviendo el país y el mundo entero.

Yo trabajo fuera de la furgoneta, evidentemente, pero cuando termina mi jornada laboral, me meto en la furgoneta. Me desplazo unos kilómetros y busco un sitio que me guste, que me dé seguridad, que me dé tranquilidad, y permanezco confinado estos días.

No es el que coronavirus haya motivado el comienzo de este pódcast, pero sí lo ha adelantado. Hace ya un tiempo que tenía en la cabeza el hacer este proyecto, el empezar un pódcast y conocer este mundillo. Hace ya un tiempo que soy escuchante, que sigo a diferentes podcasters de varias temáticas, y nada… es una cosa que me rondaba por la mente.

Y bueno, uno cuando está confinado, cuando se encuentra en un estado apocalíptico como en el que estamos inmersos, cuando uno tiene tiempo, se junta todo, se pone en una coctelera, y al final salen ideas, salen proyectos, salen cosas nuevas. Y en mi caso, mis horas en la furgoneta quiero que sean productivas, y que quede algo de todo esto. Para mí, como comentaba hace un momento, es emocionante empezar esta aventura, y tengo ilusión.

Quería hablar de la ilusión en este primer capítulo. La ilusión, esa capacidad que poseemos las personas para reunir fuerzas y concentrarlas para conquistar un objetivo. Tengo una idea en la cabeza, una idea de cambio y la ilusión es ese motor, esa fuerza motriz que me empuja a moverme para conseguir ese objetivo.

Ilusión es una palabra que proviene del latín “Ilusionis”, y que significa engaño. Porque así es la ilusión. Es ese raro don que tenemos los seres humanos para creer en aquellas cosas que no vemos, pero que nos ayudan a vivir, a movernos.

Yo, si soy feliz en un sitio, no me movería. Si estoy completamente feliz en un lugar no tendría dentro de mí, ese resorte que me haría mover. Con lo cual, la ilusión es ese deseo de cambio, es el conseguir algo que no tengo. Como yo no soy plenamente feliz, necesito buscar esa felicidad, ir a por ese objetivo. Y la ilusión es esa fuerza que me mueve. Desde pequeñitos, recurrimos a las ilusiones para construir nuestro proyecto de vida, para diseñar nuestros sueños y fijar nuestras metas.

A lo largo de nuestra vida estamos y vivimos con ella, porque es la fuerza que nos empuja.

¿Qué sería del mundo sin la ilusión?

¿Qué sería de la vida sin los sueños?

¿Qué sería de nuestras mentes, de nuestras almas sin ese motor de cambio? Sin ese empuje a desear algo que no tenemos. Y claro, ese algo que deseamos puede ser material o inmaterial. Generalmente, la ilusión va más ligada, por lo menos en mi caso, a conceptos inmateriales, a sensaciones, a estados de bienestar, a emociones.

Si en algún momento la ilusión que yo tengo puede estar o ha estado asociada a un objeto material, suele ser porque ese objeto, esa cosa tocable, puede proporcionarnos una sensación inmaterial. Por ejemplo, una furgoneta camper. Yo recuerdo, antes de tener esta furgoneta, la ilusión que me hacía el tenerla, el deseo incontrolable que me hacía desearla, pero en realidad no era por el objeto en sí. No era por el trasto, por el vehículo, por lo material.

Era por lo que me iba a proporcionar ese objeto. Por lo que me iba a permitir hacer. Viajar, conocer sitios, destinos, gentes, la gastronomía de diferentes países…

Parece ser que en la búsqueda, en la expectativa, radica la mayor parte de la felicidad. No en el destino, o en el fin. De hecho, cuando viajamos con la furgoneta, siempre digo que la felicidad, el mayor disfrute no está en llegar al final del viaje, al destino.

Es precisamente el camino, esos destinos intermedios en los que vas parando tu furgoneta cada vez. Ahí está la clave de la felicidad. El camino. El camino es lo que proporciona esa sensación de bienestar, esa Felicidad en mayúsculas.

Como dijo una vez alguien, “Nada es más triste que la muerte de una ilusión”. Y es que si lo pensamos, cuando estamos ilusionados con algo, cuando algo ha conseguido que empecemos a movernos, si de repente alguien aparece y nos aplasta esa ilusión, es lo más triste que podemos presenciar en esta vida. Es algo realmente catastrófico.

Así que mucho cuidado cuando vemos que alguien a nuestro alrededor, de nuestro entorno, se encuentra ilusionado por algo. No nos carguemos esa motivación que tiene. No aplastemos esa ilusión. Realmente sería algo tristísimo.

Y bueno… ¿Cómo intentar que esa ilusión no termine? Supongo que en la vida hay diferentes etapas, y es posible que nos acostumbremos a las cosas. Es posible que las rutinas con las personas a las que queremos, con los objetos que tenemos, con los quehaceres… Es posible que ese paso del tiempo mitigue o debilite esas ilusiones.

Tenemos que estar siempre buscando actividades nuevas. Nuevas emociones. Nuevas pequeñas acciones que nos lleven a seguir estando ilusionados. Recordarnos a nosotros mismos que cada día que amanece es el primer día del resto de nuestra vida. Y que lo importante es sumar momentos.

Bueno, ya es hora de ir terminando este primer episodio de mi pódcast. No tengo intención de hacer episodios largos. Pienso que lo bueno, si breve, es dos veces bueno.

Sencillamente, hablaré de mis experiencias durante la semana. A uno, cuando vive en una furgoneta, le pasan anécdotas, le ocurren cosas. Generalmente más o menos divertidas. También existen carencias, ya que no disponemos de todos los electrodomésticos y comodidades, y a menudo aparecen pequeños problemas, que precisamente lo hacen todo más divertido e ilusionante.

A veces, menos es más. Cuando uno posee menos cosas, es posible que pueda llegar a sentir, a tener un alma plena.

Como dijo, José Narosky, escritor argentino, “Mi mayor ilusión es seguir teniendo ilusiones”. Con esta frase termino este primer episodio.

Buenas noches y nos escuchamos muy pronto.

Este contenido ha sido pensado para escuchar en el pódcast ‘El hilo de Sebas’, grabado en el año 2020 en plena pandemia por el Covid-19. Ahora, he decidido transcribirlo y sacarlo a relucir ¿Nostalgia? No obstante, si deseas leerlo en lugar de escucharlo, tienes el contenido completo en este artículo. A continuación, el pódcast. Dale al Play.

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