Que no pare la fiesta del #vámonosjuntas #Postvaríos😵‍💫

El pasado 20 de enero, ocurrió un evento que pasó desapercibido para la mayoría de los mortales con los que compartimos nuestros momentos más cotidianos (familiares, compañeros de trabajo y amigos). Pero fue profundamente simbólico: en el mundo digital ocurrió una migración masiva.

Coincidiendo con la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, miles de usuarios y usuarias abandonaron la red social Twitter (sí, Twitter, las cosas por su nombre) para dar el salto al fediverso. Un salto que les acercaba más a la verdadera libertad y no a esa libertad de chichinabo que algunas reducen a ‘tomarse unas cañas en los bares’. La libertad genuina, en los tiempos que corren, es la descentralización y la autonomía digital.

Ahora, más que nunca, debemos asegurarnos de que esta fiesta no se detenga.

Imágenes de la campaña #vámonosjuntas

No es ninguna novedad que las redes sociales privativas como Twitter (sí, Twitter, las cosas por su nombre), Facebook o Instagram funcionan bajo un modelo centralizado y privativo que prioriza sus intereses corporativos sobre las necesidades y derechos de los usuarios.

Estas plataformas acumulan cantidades inmensas de datos personales, manipulan los algoritmos para maximizar el tiempo que pasamos en ellas y, muchas veces, se convierten en espacios hostiles para la privacidad, la seguridad y el pensamiento crítico.

El fediverso no es una sola red social, sino un conjunto de plataformas descentralizadas que se comunican entre sí mediante el protocolo abierto ActivityPub. Mastodon, PixelFed y otras plataformas que forman parte del fediverso permiten a los usuarios conectarse, compartir y comunicarse sin la necesidad de depender de un único proveedor o corporación.

Lo más interesante del fediverso es que está diseñado para priorizar a las personas, no a los anunciantes.

El éxodo digital de enero fue solo el principio. Aún queda mucho trabajo para construir y hacer grande las comunidades en estas plataformas. Y no parar de transmitir a todas las personas posibles las ventajas de abandonar las redes privativas.

Las redes libres no son una utopía. Son una realidad tangible que está al alcance de nuestras manos. No dejemos que este momento se desvanezca. Sigamos migrando, educando y construyendo. Porque la fiesta de la libertad digital apenas está comenzando, y todos estamos invitados. ¡Que no pare la fiesta!

Gran parte de la culpa de esa fuga de usuarios y usuarias hacia patrias digitales más respetuosas, la tiene Vámonos juntas, un grupo de entidades, colectivos y personas que quieren promover y fortalecer el fediverso.

Puedes entrar en su web para conocer un poco más de qué va esto y si te animas, formar parte de una comunidad que apuesta por un internet más humano, libre y colaborativo.

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