‘No se esfuerzan y no quieren aprender’, como frase comodín que puedes emplear en claustros, juntas de evaluación y salas de profesores a cualquier hora del día. Es decirlo y obtener las miradas de aprobación de la mayoría de los presentes.
Resulta que si tiramos (solo un poco) del hilo del fracaso escolar, podemos descubrir fácilmente una multicausalidad abrumadora que puede explicar muchas cosas acerca de los resultados académicos del niño o niña. Pero en ese barro preferimos no meternos. ‘Yo soy yo y mi metodología y llevo un traje impermeable ante las problemáticas sociales emergentes’.
Afortunadamente cada vez hay más profesionales del sector que prefieren indagar en esas causas. No para arreglar la vida de nadie, sino para alcanzar procesos de evaluación más certeros y objetivos, facilitar que el conocimiento llegue a todo el alumnado sin excepción y situar (o intentarlo) al aprendizaje en la Educación Pública al más alto nivel. Y por qué no decirlo, hacer más cómodo y llevadero el paso de los estudiantes por las diferentes etapas educativas, fomentando su contacto con la cultura durante el máximo tiempo posible de sus vidas.
El hilo de Carlos da un repaso por esta multicausalidad, donde hay para todos los gustos: nivel socioeconómico, capital cultural, origen, género y nivel educativo de los padres. Lo acompaña con gráficos y datos. Por favor, no se lo pierdan si quieren tener una fotografía de la realidad que tenemos en el aula y fuera de ella.
Elena nos habla de ese alumnado disruptivo con el que tenemos que bregar todos los días en el instituto, y se afana también en vincular esos comportamientos con las causas externas, que como decimos, tal vez se alejen de ese ‘no se esfuerzan y no quieren aprender’.
Maltrato, denuncias, hogares sin luz, peleas entre clanes, abuso sexual, etc. Cito textualmente uno de los posts del hilo:
«La única gestión que puedes hacer en ese caso es armarte de paciencia, maridar cariño y firmeza, escucharle e intentar que se dé cuenta de que le escuchas, canalizar esa rabia a algo productivo, mostrarle que hay un mundo mejor ahí fuera, sí, también para él/ella».
Qué sencillo y qué difícil a la vez.
Y acabo con un vídeo que compartí en X hace escasas semanas acerca de la indefensión aprendida y que tuvo mucha repercusión. Como reflexión: si una profesora es capaz de inducirla a sus alumnos en apenas cinco minutos, imaginemos lo terriblemente condicionante que puede ser para el aprendizaje de una persona el haber padecido estas circunstancias durante toda su infancia.
No se nos olvide: la realidad siempre supera a la ficción.