La clase política y las redes privativas #Postvaríos😵‍💫

Que las redes sociales sean, hoy en día, el principal canal de comunicación de nuestros representantes políticos con el público es algo que sabemos todos. Sí, en los tiempos que corren, la masa popular ya no permanece absorta y pasiva, pendiente de su aparato receptor de ondas de TV generalistas. Facebook, Instagram, TikTok y especialmente Twitter (sí, Twitter, las cosas por su nombre) se han convertido en los escenarios principales para anuncios, debates y opiniones de figuras políticas.

La pregunta que lanzo, ante esto, es: ¿Es ético que los políticos y políticas dependan de plataformas privadas, propiedad de grandes tecnológicas, en lugar de alternativas abiertas y descentralizadas?

Y de estas últimas, haberlas haylas… y a porrones.

Que una red social sea propiedad privada de un magnate o de una empresa con sus lógicos intereses comerciales y económicos es algo que se entiende perfectamente. Lo que yo no acabo de digerir es que este tipo de redes sociales sean las escogidas por los representantes de la ciudadanía y un sinfín de organismos públicos para lanzar sus comunicados oficiales. Entre otras cosas, y no es algo trivial, porque es el algoritmo el que organiza y decide qué contenido se va a mostrar en la pantalla de cada usuario, en qué orden y con qué prioridad.

Vamos a obviar que el algoritmo es algo opaco y secreto de su propietario que favorece el contenido patrocinado, pues son redes que dependen de los ingresos de sus anunciantes. Casi ná 😅

El algoritmo tiene un impacto directo en la percepción y las emociones de los usuarios. Al decidir qué vemos y qué no, influye en nuestra visión del mundo, nuestras creencias, e incluso en nuestro estado emocional. También puede manipular el discurso público, al amplificar o suprimir ciertas voces, especialmente en temas sensibles como la salud o la economía.

Otro asunto a tener en cuenta sería la dependencia que tienen algunos políticos hacia estas plataformas. Aquellos que se dan de alta en las redes privativas, aceptan tácitamente las condiciones de estas empresas y, por ende, también contribuyen a legitimar y promover su poder en la esfera pública. Ahora, más que nunca, se da esta circunstancia en Twitter (sí, Twitter, las cosas por su nombre).

Por eso, cuando hablamos de redes sociales libres y transparentes, una ventaja clave es la ausencia o simplicidad de sus algoritmos. En muchas redes federadas, como Mastodon, el contenido se presenta de manera cronológica y no manipulado, lo que da al usuario un control mucho mayor sobre la información que ve y cómo interactúa con ella.

El conjunto de estas redes libres y federadas conformarían lo que conocemos por el Fediverso. En él no hay ninguna empresa centralizada que controle esas plataformas, por lo que el riesgo de explotación masiva de datos se reduce significativamente. Además, muchos servidores del Fediverso están comprometidos con la privacidad y la transparencia, ofreciendo opciones al usuario más robustas que las redes sociales tradicionales.

Al toot que os he compartido unas líneas más arriba, me respondieron muchas personas y fue bastante compartido. He de decir, que a día de hoy, cuatro meses más tarde, todavía no hemos encontrado a ningún miembro del Congreso de los Diputados de la actual legislatura que tenga cuenta en Mastodon. ¿Casualidad? Lo dudo.

Mi convicción personal: no les importa una 💩 la ética ni el progreso de la sociedad en este asunto.

Entiendo absolutamente sus razones (la interacción y alcance será a corto plazo menor) pero no las comparto ni las apruebo en individuos que se supone que están en la política para hacer de este un mundo mejor. Ni tan siquiera tienen en las plataformas libres una cuenta espejo de sus cuentas privativas (algo que no les impediría seguir en ellas). Es más, dudo de que la mayoría haya mostrado algún interés en informarse de la existencia de canales alternativos y no dependientes del ricachón de turno.

La falta de familiaridad en estos entornos federados por parte del conjunto de la población es claramente un gran escollo a sortear, pues es uno de los motivos de esa baja audiencia. Más razón para que la clase política respalde públicamente las redes abiertas y se establezcan planes de su introducción en los currículos educativos, como foros públicos de opinión igualitaria para todos y todas, en contraposición a las endemoniadas TikTok, Instagram y Facebook.

En palabras de Marta G. Franco, autora de Las redes son nuestras:

“Lo que ha pasado en Internet en las últimas décadas es que no se ha construido espacio público. Es como si estuviéramos viviendo todas nuestras vidas en centros comerciales, como si nuestros ayuntamientos no hubieran hecho calles, parques, bibliotecas…»

Lo más cerca que hemos estado de la misión de búsqueda pretendida con mi toot ha sido la respuesta de Jose Luis, que ha sido diputado, aunque no en la actual legislatura, que es el objetivo último. Seguimos a la espera.

Post by @Buenopin@mastodon.social
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Sabemos que la Comisión Europea ha apostado por tener cuenta en Mastodon, y que Países Bajos tiene planes para que sus organismos públicos aterricen en el Fediverso.

Post by @EUCommission@ec.social-network.europa.eu
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Solo nos queda, pues, la esperanza de unas instituciones más transparentes en su comunicación con la ciudadanía y unos políticos que luchen por ella, primando esos valores por encima del egoísta engagement inmediato que tenemos tan normalizado.

Esperanza y llamada a la acción desde el interior de nuestra pequeña burbuja. Invitemos a la reflexión de cómo la elección de nuestras redes sociales afectan a la transparencia y a la democracia. Animemos a familiares, amigos y compañeros de trabajo a crearse cuenta en el Fediverso y así restar un poco de tiempo a las redes privativas.

También ganarán en salud 🙂

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